viernes, 20 de abril de 2012

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Hace no demasiado hablamos sobre autores e intérpretes románticos caribeños. Hoy quiero recordar al que fué símbolo del romanticismo europeo. Curiosamente pese a que por su idioma y su tipo de canciones muchos le consideraban francés él era belga.

Es curioso como los franceses parecen haberse apropiado la consideración de patria del amor y sin embargo además de tener en cuenta que Don Juan era español, debe ser solo el idioma supongo, pues su otro gran intérprete romántico, Aznavour, era armenio... ¡Casi nada es lo que parece!

Pero no divaguemos, iba a hablar del que para mí, y creo que para casi todos los sesenteros españoles, el cantante de la bellas baladas para “bailar pegado”, el que ablandaba a las chicas y que a nosotros nos hacía poner cara de burla (teníamos que demostrar lo duros que éramos), el romántico por excelencia, era Salvatore Adamo.

Por si fuera poco cada vez que sacaba una nueva canción, inmediatamente hacía una versión en español. De hecho la única canción suya que conocí solo en francés, aunque seguro que también la hizo en mi idioma, fue Tombé la niege. Y curiosamente también, pese a manejar razonablemente ese idioma, nunca busqué sus letras originales. Ya eran lo bastante sugerentes las “nuestras”.

Tal vez, si sigo con esta locura, vaya dejando más muestras de esté cantante que pocos no supervivientes de entonces, creo, conocen hoy, y es que temas como Un mechón de tu cabello o Mis manos en tu cintura, sin ir más lejos, son verdaderas joyas en el recuerdo.

Está claro que Manzanero es el gran autor de ese estilo pero entre los ye-yés, al contrario que Adamo, nunca tuvo mucho éxito. ¿Quizá era mala su música? ¡NO!, rotundamente no. Su pecado era otro y él era inocente. Su pecado era que gustaba a nuestras madres, y eso era imperdonable para los que estábamos dando paso a la Era de Acuario. Luego nos dimos cuenta de que no habíamos dado paso a nada y de que nuestra generación fué una más, que se aprovechó de los logros de las anteriores y, quizá, avanzó algo tal como le correspondía.

La Nueva Trova llegó en los setenta, cuando los jóvenes de entonces ya habíamos “crecido” un poco y además traía un trasfondo político que nos arrastraba. Era como un himno... incluso cuando hablaban de amor sus dos genios, Silvio y Pablo.

Pablo Milanés dió un nombre a su maravilloso tema, le llamó Yolanda, pero la cuestión es que, tal y como dije, para mí aquello era una oración. Esto de hoy es solo, aunque nada menos que una canción y no le da nombre, deja que cada uno elija el que le salga del alma. Cierto que eso hacíamos al escuchar la de Pablo, pero en esta ocasión no tenemos que ir “traduciendo” a cada paso, no da más facilidad para imaginar el nombre y, por tanto, el rostro.

¿He dicho el rostro? sí, y he dicho bien. Puede ser un nombre poco habitual pero aunque fuera uno corriente que se pudiera asociar a muchas personas, en ocasiones como esta al pensar en él, tan solo una cara, unos ojos, una boca, viene a nuestra imaginación. Incluso, por asociación, su tono de voz, su acento, su...

Creo que es peligroso hablar de canciones románticas, sobre todo si llenan tanto la imaginación como esta. Es fácil, demasiado fácil, caer en lo cursi; y esa acusación entre los madrileños sesenteros era motivo suficiente para liarse a guantazos. No en balde nos habían enseñado desde la cuna que debíamos ser “más chulos que un ocho”.

Así que mejor me callo.



Tu Nombre (Adamo) - 1966










Tu nombre
llena mi pensamiento
desde el mismo momento
en que me he enamorado.

Tu nombre
para mi es el emblema
y el más bello poema
que el amor ha creado.

Tu nombre
para mi lo han escrito
en su cielo infinito
soles, lunas y estrellas.

Tu nombre, tu nombre...
 Con tu nombre fundida
ha quedado mi vida
desde que lo aprendí.

Tu nombre ya conocen las flores
y hasta los ruiseñores
lo aprendieron de mi.
Tu nombre, tu nombre...

Tu nombre
es recuerdo y presencia
que mitiga en tu ausencia
esta soledad mía.

Tu nombre
como un reto de guerrero.
Tengo fe porque espero,
volverás algún día.

Volverás a mi.




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